2ª Parte

«Cosecha robada»

Del libro «Cosecha robada» de Vandana Shiva

Vandana Shiva es una ecologista de renombre mundial, tanto en el campo del pensamiento como en el activismo. Escritora, Líder del Fórum Internacional sobre la Globalización, Directora de la Fundación de Investigación para la Política Científica, Tecnológica y de Recursos Naturales, Premio Nobel de la Paz alternativo en 1993, una mujer comprometida con la vida.

Vandana Shiva fundó Navdanya, un movimiento para la reserva de semillas de la propia cosecha, la protección de la biodiversidad y el mantenimiento de las semillas y la agricultura fuera de control de los monopolios.

Su compromiso con la reserva de las semillas de la propia cosecha para futuras cosechas implica no cooperar con las leyes sobre patentes, que convierten esta reserva de semillas en un delito.

Las leyes sobre patentes de semillas, impuestas a países por las reglas de la OMC (organización mundial del comercio), es una de las formas en la que los recursos de las personas pobres del Tercer Mundo están siendo robados para generar beneficios a las gigantes empresariales1.

Corren tiempos emocionantes, no es inevitable que las grandes empresas acaben controlando nuestras vidas y gobiernen el mundo. Tenemos la posibilidad real de determinar nuestro propio futuro. Tenemos la obligación ecológica y social de asegurarnos de que los alimentos de los que nos nutrimos no sean una cosecha robada2.

En la India más de 3 millones y medio de personas murieron de hambre en Bengala en 1943. Veinte millones de personas se vieron afectadas, los campesinos sometidos a un sistema colonial de recaudación de rentas les fue confiscado el grano comestible a la fuerza3.

Con el tiempo aparecían las grandes empresas que se dedicaron a robar las semillas y las tierras de los campesinos y destruir la sostenibilidad de sus vidas.

Las nuevas semillas híbridas, vulnerables a las plagas necesitaban más pesticidas. Fueron los agricultores, sometidos a la mayor de la pobreza, que compraron a crédito las semillas y los productos químicos de la misma compañía. Cuando los cultivos se dañaron debido a unas fuertes plagas, o a un gran fracaso a gran escala de las semillas, muchos campesinos se suicidaron consumiendo los mismos pesticidas con lo que se habían endeudado en un primer momento.

A medida que los agricultores pasan de ser productores a ser consumidores de productos agrícolas patentados por las grandes compañías, a medida que se destruyen mercados locales y nacionales pero se expanden globalmente, el mito del «libre comercio» y de la economía global se convierte en un medio que tienen los ricos para robar a los pobres su derecho a la comida, incluso, su derecho a la vida4.

Las grandes compañías controlan más del 30% del mercado de las semillas comerciales y el 100% del mercado de semillas genéticamente modificadas (transgénicas). Estas compañías también controlan el mercado agroquímico y de pesticidas mundial5.

Las semillas híbridas de las grandes compañías han sustituido en gran parte a las variedades de los agricultores locales.

Pe asegurarse patentes sobre formas de vida y recursos vivos, las grandes compañías se ven obligadas a reclamar las semillas y las plantas como «invenciones sus» y, por consiguiente como algo de su propiedad. Así, compañías como Cargill y Monsanto consideran que tanto el tejido de la vida como los ciclos de renovación de la naturaleza suponen un «robo» de su propiedad6.

Durante el debate que suscitó la entrada de Cargill en la India en 1992, el presidente de Cargill afirmó: «A los agricultores indios les llevamos tecnologías  inteligentes, que impiden que las abejas les roben el polen».

En las negociaciones del Protocolo de Bioseguridad de las Naciones Unidas, Monsanto distribuyó folletos en el que se afirmaba que «las malas hierbas roban la luz del sol». Una visión del mundo en la que se define la  polinización como «un robo por parte de las abejas» y en la que se afirma que las plantas «roban» la luz del sol que está destinada a robar la cosecha de la naturaleza sustituyendo variedades abiertas y polinizadas por híbridos y semillas estériles y destruyendo la flora y biodiversidad con herbicidas como Roundup de Monsanto.

En un estudio en el que se comparan los policultivos tradicionales y los monocultivos industriales, se muestra que un sistema de policultivo puede producir 100 unidades de comida desde 5 unidades de input, mientras que un sistema industrial requiere 300 unidades de input para producir estas mismas 100 unidades. Las 295 unidades de recursos perdidos podrían haber producido 5.900 unidades de comida adicional. Por tanto, el sistema industrial lleva una reducción de 5.900 unidades de comida. Una receta así es buena para matar de hambre a las personas, no para alimentarlas7.

La noción de los derechos ha dado la vuelta del revés bajo la globalización y el libre comercio. El derecho a producir para uno mismo o a consumir según las prioridades culturales y las preocupaciones por la seguridad ha sido ilegalizado de acuerdo con las nuevas reglas del comercio. El derecho de las grandes compañías a alimentar a la fuerza a los ciudadanos del mundo con alimentos culturalmente inapropiados y peligrosos se ha convertido en absoluto.

El derecho a la comida, el derecho a la seguridad, el derecho a la cultura, están siendo tratados todos ellos como barreras al comercio que deben ser desmanteladas.

Debemos reclamar nuestro derecho a guardar las semillas de nuestra propia cosecha y a la biodiversidad. Debemos reclamar nuestro derecho a la nutrición y la seguridad alimentaria. Tenemos que poner fin a este robo a las personas pobres y a la naturaleza por parte de las grandes compañías.

La democracia alimentaria es la nueva prioridad en cuestiones de democracia y derechos humanos. Es la nueva prioridad en cuestiones de sostenibilidad ecológica y justicia social.

sDesde la cosmovisión ecológica, cuando consumimos más de lo que necesitamos o cuando explotamos la naturaleza en base a principios de codicia, estamos cometiendo un robo. Desde la perspectiva, contraria a la vida, de las agro empresas, lo que la naturaleza se renueve y se mantenga a sí misma es un robo. Esta visión del mundo sustituye la abundancia por la falta, la fertilidad para la esterilidad, convierte el robo a la naturaleza en un imperativo del mercado y la esconde detrás un cálculo de eficiencia y de productividad.

Una cosmovisión de la abundancia es la cosmovisión de las mujeres de la India, que dejan comida para las hormigas a las entradas de sus casas, creando incluso para ello las más bonitas formas artísticas (kolam, mandalas, rangoli), que confeccionan con harina de arroz.

La abundancia es la visión del mundo de las mujeres campesinas que tejen bonitos motivos con arroz para los pájaros y los cuelgan cuando estos no encuentran grano en los campos. Tal perspectiva de la abundancia reconoce, que si damos comida a otros seres y especies, mantenemos las condiciones de nuestra seguridad8.

En el Isha Upanishad, según el cual el universo es una creación del Poder Supremo para que de él se beneficie (toda) creación. Cada forma de vida individual debe aprender a disfrutar de estos beneficios cultivando una parte del sistema en estrecha relación con otras especies.

El Isha Upanishad también dice que:

Un hombre egoísta que sobre utiliza los recursos para satisfacer sus propias necesidades, siempre en aumento, no es más que un ladrón, porque el uso de los recursos más allá de las propias necesidades conllevaría la utilización de recursos a los que los demás tienen derecho9 .

Las semillas para el campesino, no constituyen únicamente la fuente de futuras plantas y alimentos, son el lugar en el que se almacena la cultura y la historia. Las semillas son el primer eslabón en la cadena alimentaria. Las semillas son el máximo símbolo de la seguridad alimentaria.

El libre intercambio de semillas entre agricultores ha sido la base del mantenimiento de la biodiversidad y de la seguridad alimentaria. Este intercambio se basa en la cooperación y la reciprocidad. Un agricultor que quiera intercambiar semillas da una cantidad igual de semillas de su campo a cambio de las semillas que recibe.

Lo primero que hace con las nuevas semillas es rendirles culto. Sólo entonces se procede a plantarlas. También se da culto a las nuevas cosechas antes de consumirlas. Los festivales se celebran antes de la siembra, como los festivales de las cosechas, que se celebran en los propios campos, simbolizan la intimidad con la madre. Rendir culto al campo es una señal de gratitud hacia la tierra, la que, como madre, da alimento a millones de formas de vida que son hijas suyas.

Siglos enteros de innovación colectiva de agricultores y campesinos están siendo secuestrados para que las grandes compañías reclamen derechos de propiedad  intelectual sobre estas semillas y plantas10.

Actuemos!

 

1Vandana Shiva. Breve historia de la lucha para salvar la cosecha robada, p. 11.

2 Vandana Shiva. Breve historia de la lucha para salvar la cosecha robada, p. 12.

3 Kalil Charan Choshi. Famines in Bengal 1770-1943, Calcuta, Indian Associated Publishing Company, 1944

4 Vandana Shiva. El secuestro de la comida y de la agricultura por parte de las grandes compañías. Pág. 17

5 Vandana Shiva. «Libre comercio» o «Comercio forzado». Pág. 20

6 Entrevista a John Hamilton. Sunday Observer, 9 de mayo de 1993

7 Francesca Bray, «Agriculture for Developing Nations», Scientific American, Julio de 1994, págs. 33-35.

8 Democracia alimentaria. p.31

9 Vandana Shiva, «Globalization, Ghandi, and Seadeshi: Whai is Economic Freedom? Whose Economic Freedom? «, Nueva Delhi, RFSTE, 1998.

10 Vandana Shiva, Vanaja Ramprasad, Pandurang hegde, Omkar Krishnan y Radha Holla-Bhar, «The Seed Keepers», Nueva Delhi, Navdanya, 1995.

 

 

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